"Intelligens" en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2025: Nuevas Simbiosis entre lo Humano, lo Artificial y lo Colectivo
La Bienal de Arquitectura de Venecia 2025, inaugurada el pasado 10 de mayo y en exhibición hasta el 23 de noviembre, ha abierto sus puertas bajo un lema provocador y profundamente contemporáneo: “Intelligens: Natural. Artificial. Colectivo.”. Esta edición, comisariada por la arquitecta y pensadora alemana Heike Rausch, ha invitado a repensar las nociones tradicionales de inteligencia en el diseño arquitectónico, proponiendo una exploración crítica de las interacciones entre seres humanos, tecnologías inteligentes y sistemas ecológicos complejos.
El contexto: una arquitectura que ya no se piensa sola
En un mundo afectado por crisis climáticas, transformaciones tecnológicas aceleradas e intensas migraciones humanas y no humanas, la arquitectura ya no puede concebirse como una disciplina aislada ni autorreferencial. Esta edición de la Bienal parte de una premisa inquietante: la inteligencia no es un rasgo exclusivo del ser humano, sino una propiedad distribuida entre organismos, algoritmos y colectivos que cohabitan nuestro entorno.
Desde este enfoque, “Intelligens” propone una arquitectura expandida que observa, aprende y evoluciona, vinculada a ecosistemas vivos, sensores artificiales, redes neuronales y saberes ancestrales.
Una Bienal interconectada
El Pabellón Central en los Giardini ofrece un recorrido inmersivo dividido en tres secciones: Natural Intelligence, Artificial Intelligence y Collective Intelligence. Lejos de presentar estas categorías como compartimentos estancos, la exposición subraya sus zonas de fricción y colaboración.
Uno de los proyectos más comentados ha sido el del estudio japonés Atelier Hirayama, que exhibe una vivienda construida por y para hongos, donde los materiales bio-reactivos modifican la forma arquitectónica según la humedad y la temperatura del entorno. En el otro extremo tecnológico, el colectivo Posthuman Code (Países Bajos) presenta una instalación que combina robótica blanda, algoritmos generativos y feedback sensorial para crear hábitats mutantes que responden al estrés urbano.
En paralelo, el pabellón de Ghana se ha convertido en uno de los focos más visitados gracias a su propuesta “Ancestral Protocols”, que reinterpreta la arquitectura vernácula africana a través de tecnologías digitales y sistemas de inteligencia artificial inspirados en principios comunitarios.
Laboratorios vivos: los Arsenales
El espacio de los Arsenales ha sido concebido este año como un laboratorio continuo. Allí se presentan ensayos, prototipos y procesos abiertos donde el visitante no es solo espectador, sino también agente. Destaca el trabajo del arquitecto chileno Lautaro Galvez, quien combina modelos predictivos de cambio climático con estructuras modulares de bajo impacto, construidas in situ por comunidades locales a través de workshops abiertos.
Además, esta edición ha sido notable por su apuesta pedagógica y participativa: universidades, think tanks y colectivos independientes han intervenido con proyectos que exploran cómo educar a las futuras generaciones de arquitectos en colaboración con inteligencias no humanas.
Arquitectura crítica, arte y política
Como ocurre cada año, la Bienal no ha estado exenta de tensiones ideológicas. La fuerte presencia de instalaciones críticas sobre el uso extractivo de la IA en la construcción, la vigilancia arquitectónica o el desplazamiento de poblaciones por megaproyectos ha ofrecido un contrapunto reflexivo a los discursos más optimistas.
En ese sentido, el pabellón de Palestina, sin territorio propio en la muestra, ha generado gran impacto al ocupar espacios intersticiales con una intervención titulada Algorithmic Occupations, una crítica poética a los mapas digitales como herramientas de colonialismo silencioso.
Un futuro en simbiosis
“Intelligens” no ofrece respuestas cerradas, sino un terreno fértil para el debate. Más que una exhibición de formas, esta Bienal actúa como un ecosistema en sí mismo, donde cada pabellón, proyecto o conversación contribuye a una arquitectura más consciente, sensible y colaborativa.
En un momento en que la inteligencia artificial invade todos los campos de la cultura, la Bienal de Venecia 2025 se atreve a plantear preguntas urgentes sobre cómo queremos habitar —y cohabitar— el planeta. ¿Puede la arquitectura aprender a escuchar otras inteligencias? ¿Estamos dispuestos a ceder el control y repensar el diseño como una práctica verdaderamente colectiva?
Venecia, una vez más, nos invita a mirar el futuro desde un presente radical.