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Luis Castelo: detrás de la cámara fotográfica hay un ser pensante

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Por Fátima García

Luis Castelo (Barruelo de Santullán, Palencia, 1961), concibe la fotografía como “instrumento que nos permite la aproximación empírica a la naturaleza de las cosas”, tiene una

 

  densa trayectoria profesional en el campo de la fotografía compatibilizando su trabajo artístico con el didáctico como profesor Doctor en la facultad de Bellas Artes en la UCM y miembro fundador del grupo de investigación Arte, Ciencia y Naturaleza de la UCM y autor de diversos artículos y libros de fotografía, el más reciente titulado Del ruido al arte.

 

Una interpretación de los usos no normativos del lenguaje fotográfico editado por H. Blume.

 


Sample ImageF.G. –  Luis, ¿como encuadras tu aportación como fotógrafo en ARTENAVAS?

L.C. –No me gusta establecer distinciones entre las técnicas que emplean los diferentes artistas, por tanto no me veo como “fotógrafo” que expone en ArteNavas, sino como un artista que Sample Imagetrabaja con el medio fotográfico y que expone en dicho evento. En cualquier caso, mi trabajo es un punto de vista más de entre todos los representados allí.

 

 

F.G. –  La fotografía tiene un hueco destacado en el arte actual, muchas salas exponen obras de fotógrafos, podíamos constatarlo en el último ARCO, pero ¿crees que es igualmente valorada por el público en general?

L.C. –Lamentablemente España, o los coleccionistas de arte siendo más justos, sigue estando a la zaga en considerar a la fotografía como un medio artístico más, como la pintura, el grabado, el videoarte o el net-art. Nuestro retraso es todavía muy grande, si lo comparamos con otros países como Estados Unidos, Alemania, Francia o el Reino Unido, en donde la fotografía se consume, se colecciona y se expone, digamos, de un modo natural, sin prejuicios. Pero no me refiero a que haya galerías de fotografía, que siempre me han parecido un poco ghetos, me refiero a que las galerías tradicionales, el mercado propiamente dicho, expongan de modo habitual a artistas que trabajen con el medio fotográfico. Es también cierto, no lo vamos a negar, que las cosas están cambiando a mejor en este sentido y ya hay muchas galerías que están apostando sin complejos por artistas que utilizan la fotografía como medio de expresión. Este puede ser el caso de la galería Astarté, que bajo la dirección de Marisa Fernández-Cid ha apostado por tener fotógrafos entre sus artistas representados entre los que me encuentro. Pero el gran problema de muchas galerías es el desconocimiento profundo que tienen de la fotografía, de su historia, de los autores, incluso de la propia técnica, por lo que hará falta tiempo para que cambien determinadas mentalidades. El otro elemento por el que me preguntas, el público, también está cambiando pero requiere, al igual que el mercado del arte, de un proceso de educación visual. Tampoco quisiera dejar de lado a los fotógrafos ya que también han tenido su parte de “culpa” en todo este proceso. Desde hace unos años se ha venido produciendo una dicotomía entre aquellos que se venían considerando fotógrafos de oficio, de alguna manera “puristas”, y entre determinados artistas y algunos fotógrafos también que emplean fotografía para desarrollar sus obras artísticas. Gracias a estos últimos es cuando la fotografía empieza a entrar en las galerías de arte tradicionales y empieza a verse en acontecimientos como ARCO. La reacción de algunos de esos fotógrafos “puristas” ha sido de rechazo hacia lo que ellos venían considerando como terreno propio, y a los artistas que trabajan con fotografía les consideran poco menos que usurpadores de un campo que, también es verdad, ha estado olvidado durante mucho tiempo. Todo ello ha producido “bajas” y movimientos importantes en los dos lados del campo. Por un lado, magníficos fotógrafos que han quedado fuera del mercado del arte, autoexcluidos o excluidos por este. Fotógrafos que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Artistas que han “refrescado” el panorama fotográfico y también, como no, artistas que por apuntarse al carro de la modernidad hacen malísimas fotografías. De todo esto espero que el tiempo, siempre el tiempo, ese parámetro tan fotográfico, ponga a cada uno en el lugar que le corresponde.

 

 

F.G. – Según tus propias palabras la fotografía se puede entender como un “instrumento objetivo para comprender el mundo”, pero yo no puedo estar de acuerdo contigo. Tu mismo afirmabas en cierta ocasión que “la fotografía miente”, el aspecto físico de un cuerpo nunca es percibido de forma real, se transforma y varía según el entorno que lo rodea, la luz, el color y por supuesto todo lo que quiera y pueda manipularlo el ojo y la mente humana; la cámara sólo absorbe lo que nosotros deseamos y conseguimos absorber. A mi entender tu obra es un manifiesto de esta “subjetividad”, entendiendo que lo contrario es imposible.

L.C. – El instrumento como tal es objetivo, de hecho la fotografía se emplea con fines diversos en el que la objetividad es el elemento primordial tales como astronomía, forense, médica, arqueológica y cualquier otra actividad científica que requiera de un registro fiel del mundo, y por qué no, una foto de boda pretende ser objetiva, dar fe de un acontecimiento. Otra cosa es el uso, la intención que se quiera hacer de esas imágenes. No olvidemos que detrás del instrumento (cámara fotográfica) hay un ser pensante, con su ideología, su carga cultural, sus preferencias estéticas, etc. que no es inocente, es decir, no es ajeno al mundo que le rodea y que SIEMPRE está dando su punto de vista y este desde luego no es objetivo por mucho que nos lo quieran hacer creer. Lo que pasa es que la fotografía mantiene esa ambigüedad fascinante, por un lado empleamos un instrumento técnico con ciertas trazas de objetividad, no hay más que observar cualquier fotografía para comprobar que lo fotografiado se parece bastante al mundo real, y por otro, estamos nosotros utilizando este instrumento ofreciendo nuestro punto de vista, nuestras porciones de mundo delimitadas por los cuatro lados de una fotografía que si las analizásemos concienzudamente veríamos que poco o nada tienen que ver con lo que estábamos observando en la escena. Y eso es así desde el momento en que, por ejemplo, tenemos que andar explicando las fotos de las vacaciones. Todo el mundo habrá oído decir: “Estábamos en…, hacía mucho calor, a fulanito se le perdió la cartera, sí es ese que está detrás de fulanita. Bueno nos lo pasamos….” Si fuese tan objetivo y preciso en captar el mundo no tendríamos que andar explicando cosas que lógicamente las cámaras son incapaces de registrar el problema es que mucha gente sigue pensando que las fotografías son objetivas y no son más que una re-presentación del mundo.

 

 

 

F.G. –  La labor del fotógrafo y del artista siempre ha tenido algo de científico, mucho trabajo de laboratorio, investigar con distintos soportes y medios, ¿cómo trasladas el concepto artístico a tu trabajo, con rigor científico o con rigor estético?

F.G. – Tanto la ciencia como el arte tratan de representar el mundo que nos rodea a través de cierta metodología, unos científica, otros artística, pero ambas igual de válidas y rigurosas. Naturalmente los científicos tienen unas herramientas, en algunos casos muy diferentes a las de los artistas, que les sirven para efectuar ensayos y pruebas que confirmen unas hipótesis, pero también los artistas emplean hipótesis de trabajo para conseguir un determinado resultado, unas veces con acierto otras no. Es precisamente este modo tan metódico de trabajar que tienen los científicos el que empleo y pongo de manifiesto en alguna de mis obras: la seriación, la repetición del experimento en las mismas condiciones, etc. así como el empleo de elementos formales propios del mundo científico: placas de Petri, tubos de ensayo, etc.

 

 

 

F.G. – ¿Cual es tu método de trabajo?

L.C. – Siempre parto de una idea previa o hipótesis de trabajo sobre la que después elaboro unas líneas generales de actuación. Luego experimento con distintas herramientas y técnicas de trabajo, tanto para la toma como para la salida impresa y, posteriormente, paso a ejecutar la pieza. Trabajo, en muchos casos, con bocetos previos (dibujos y fotos en baja resolución) sobre los que hago pruebas que me facilitan la tarea cuando trabajo con los archivos definitivos. En algunos de mis proyectos han pasado años hasta dar con los resultados que me interesaban, en otros, el trabajo de campo, de recolección de plantas para mi trabajo Herbarium ha llevado de mucho tiempo de recolección y catalogación de las plantas, en mi último trabajo Historiae naturalis: Taxidermias llevaba dándole vueltas mucho tiempo, pero hasta que he tenido acceso a las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid no pude llevarlo a cabo. Todo esto quiere decir que cada proyecto es distinto, con diferentes dificultades y planteamientos conceptuales, metodológicos y técnicos.

 

 

 

F.G. – ¿Un escáner  tiene algo que ver con la cámara fotográfica estenopeica? ¿No es cómo volver en cierto modo a los orígenes de la fotografía?

L.C. – Un escáner no tiene nada que ver con una cámara estenopeica pero sí está muy próximo a los fotogramas que se realizaron en los orígenes de la fotografía a mediados del siglo XIX por Talbot, Anna Atkins o Herchel. Naturalmente existen grandes diferencias técnicas pero un escáner no deja de ser un sistema de captación de la luz, no emplea el concepto de cámara oscura en su sistema constructivo, pero si hace uso de un sistema fotosensible (un sensor lineal) de barrido y emplea luz para su funcionamiento, es decir, los elementos mínimos necesarios para obtener imágenes fotográficas. De todas formas, aunque los fotogramas son el origen de la fotografía, no quiere decir que no se hayan utilizado a lo largo de la historia de la fotografía, ya que los volvemos a encontrar durante las vanguardias históricas a principios del XX y también a finales de este mismo siglo por artistas que lo utilizan  por su valor de índex y de huella producida por contacto físico entre el referente y el material fotosensible.

La diferencia fundamental entre los fotogramas y el empleo de un escáner es el cambio de tipo de material fotosensible: he cambiado el soporte químico por uno digital, de ahí el nombre de digitograma o fotograma digital.

Lo verdaderamente interesante de empleo del escáner es que produce imágenes que se alejan de la estética producida por las cámaras fotográficas convencionales, además se obtienen archivos digitales considerablemente mayores que los obtenidos con cualquier cámara digital del mercado.

 

 

F.G. – ¿Utilizas frecuentemente la digitografía? ¿Qué ha sido de tu cámara réflex?

L.C. – Los últimos trabajos es cierto que empleo el escáner como herramienta de trabajo para obtener digitogramas, pero es simplemente eso, una herramienta que se adapta perfectamente a lo que quiero. Si mañana para desarrollar otro proyecto necesitase emplear una cámara convencional, o una caja de cartón lo haría, ya que para mi las herramientas son eso, instrumentos que se adaptan al desarrollo de una idea pero que no la justifican.

 

 

F.G. – Tu padre, taxidermista de profesión, te puso desde muy temprana edad en contacto con biólogos y tuviste la oportunidad de observar animales poco conocidos como eslizones o lagartos ocelados ¿Debes a esto tu interés por la relación ARTE-CIENCIA?.

L.C. – Claro que tiene mucho que ver, de hecho mi trabajo no se puede entender sin esos antecedentes. El trabajar en el taller de mi padre desde muy temprana edad me proporcionó un conocimiento de la naturaleza muy superior del que podía tener cualquier niño de ciudad. Por otro lado, mi relación con los biólogos que frecuentaban el taller y que mi padre les facilitaba el poder estudiar todo tipo de piezas me hizo tener una visión más global de todo ese ambiente no limitándolo al ambiente de los cazadores sino abriéndolo al mundo de la ciencia y de la conservación que ya aparecía de un modo incipiente en esos años (hablo de los 70 y 80). Gracias a estos biólogos, algunos de ellos en la actualidad personajes muy reconocidos, pude visitar sus laboratorios, lo que estudiaban y sobre todo su pasión por el mundo natural. Todo este ambiente se mantuvo latente en mi propio trabajo artístico hasta el año 2000 cuando empecé a revisar todas esas experiencias de infancia y adolescencia.

 

 

F.G. – Tu trabajo último se reparte entre herbarios, taxidermias, cuadernos de campo y mosaicos microscópicos, se diría que parcelas a conciencia formando tu propio inventario pero definiéndote a partir de una labor selectiva, ¿hasta dónde abarcará la selección?.

L.C. – Si que es un modo de parcelar diferentes visiones del mundo natural, es un modo de poner la atención sobre diferentes aspectos de esta. Saber hasta donde se podrá llegar es difícil, de momento sigo en esta senda aunque no se donde me llevará. A corto plazo te puedo decir que estoy trabajando sobre un proyecto que se titulará “Metamorfosis” y que estoy en fase de elaboración.

 

 

F.G. – “Congelar el tiempo” es todo lo inverso a “lo efímero”-tan presente en el arte actual-, pero congelar lo congelado como en el caso de tus bestiarios ¿qué sentido tiene?.

L.C. – ¿Hay algo más efímero y escurridizo que el tiempo? Una de las características intrínsecas de la fotografía es la congelación del tiempo, ahora bien, eso no significa a priori que trabajemos siempre con fracciones de segundo de tiempos congelados, estas tajadas de tiempo pueden durar varios segundos, minutos, u horas. Al igual que la fotografía, la taxidermia pretende congelar el tiempo, es decir, la vida efímera a través de una pose con apariencia de naturalidad. Por eso, fotografiar animales disecados adquiere una doble y paradójica  vertiente: congelar, momificar, paralizar algo muerto con apariencia de vida.

 

 

F.G. – Háblanos de tu grupo de investigación Arte, Ciencia y Naturaleza.

L.C. – Este grupo se crea en el año 2005 gracias a la iniciativa de su actual directora Consuelo de la Cuadra y como consecuencia de la necesidad de establecer un marco de actuación común entre un grupo de profesores de la facultad de Bellas Artes de Madrid que tenemos una serie de inquietudes convergentes en alguno de los aspectos reseñados en nuestro propio nombre de grupo: el arte, la ciencia o la naturaleza. Este grupo compuesto por profesores de todas las áreas de las Bellas Artes (Dibujo, Pintura, Escultura, Fotografía, Imagen digital, Restauración) se fundamenta en la creencia de la capacidad del arte y la creación de imágenes como auténticos instrumentos de conocimiento, medios de reflexión y articulación de pensamientos, en una visión integradora de nuestra experiencia vital. Partimos del valor expresivo y comunicativo del arte y de una premisa contrastada: la demanda de la significación icónica y plástica por parte de las ciencias y el desarrollo de la sensibilidad social, paralelo al aumento del nivel de vida en nuestro país, cuestiones que abren nuevas posibilidades de desarrollo del conocimiento e interés por la ciencia y la cultura a capas más amplias.

Como grupo hemos establecido importantes acuerdos de colaboración entre diferentes entidades públicas y privadas como: el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), el Real Jardín Botánico de Madrid, el zoológico de Madrid, Faunia, etc. Y ya se han realizado acciones específicas como la réplica de un esqueleto de ballena para Faunia, exposiciones de obra relacionada con el mundo natural en el zoológico de Madrid, replicas de cráneos para el MNCN-CSIC, utilización y acceso a los fondos de este último centro para el proyecto Historiae naturalis, y un largo etcétera que no cabría en esta entrevista.

 

 

 

F.G. – Un sistema, según Ludwig Von Bertalanffy, el fundador de la teoría general de sistemas, es «un conjunto de elementos interdependientes, es decir ligados entre sí por relaciones tales que si una es modificada, las otras también lo son y que, en consecuencia, todo el conjunto es modificado. Según esto cualquier modificación en un orden aparente puede originar la destrucción del mismo ¿quizá sea ese el valor mayor de la fotografía, impedir la destrucción del orden?

L.C. – Podríamos decir también que a través de la fotografía o del arte en general intentamos ordenar el caos, o al menos intentamos ordenarlo según determinados criterios estéticos. La teoría general de sistemas es un planteamiento interesante y útil para dar explicación a determinados aspectos del arte aunque, como bien sabemos, se creó para explicar determinadas teorías biológicas. Del mismo modo que las teorías de Steven Johnson sobre sistemas emergentes pueden aplicarse a obras y acciones concretas del arte contemporáneo. La utilización de pequeños elementos que por si solos no son relevantes y que por acumulación pueden llegar a ser autónomos y adquirir algo parecido a lo que llamamos inteligencia.

 

 

F.G. – La verdad es que pocas veces nos detenemos a reflexionar y eso contribuye a la confusión actual entre tanta información mediática, quizá por eso es bueno detenernos en nuestro pequeño archivo de imágenes como revelación de nuestro yo, pero ¿qué sería de nosotros si ese archivo fuera ficticio o estuviera manipulado de algún modo? ¿Qué opinas de la dualidad entre lo real y lo ficticio en la representación artística?.

L.C. – Esto ya lo vimos planteado en la película Blade Runner de Ridley Scott cuando a la replicante se le adjudican una serie de recuerdos de determinado pasado en forma de fotografías. Desde la aparición de la fotografía esta se ha convertido en nuestra memoria y nos fiamos mucho más de esta que de la que nos proporciona nuestro propio cerebro. ¿Quién es capaz de recordar aquella playa o aquellos amigos cuando teníamos 4 o 5 años si no fuese por las fotos de vacaciones? O aquella primera bicicleta. La realidad es que la memoria es frágil y en cierto modo maleable, la fotografía “no miente” nos da la certeza, es la prueba de que estuvimos allí. Nadie se atrevería a negar una fotografía de cierto acontecimiento y sin embargo no deja de ser un punto de vista parcial de dicha realidad. Esa dualidad que tiene la fotografía es la que emplean algunos artistas para llevar a cabo su obra. El problema es seguir creyendo que la fotografía es veraz y objetiva.

 

 

F.G. – Viendo tu trabajo no puedo evitar acordarme de Fauna Secreta y Sputnik de Joan Fontcuberta ¿Qué opinas de Joan Fontcuberta  y su merecida Mención de Honor en el Certamen World Press Photo en la categoría “Grandes Fraudes”?

L.C. –J oan Fontcuberta es uno de esos artistas que emplean precisamente esta dualidad de la fotografía; por un lado, utiliza su supuesta veracidad y por otro, la capacidad de transmitir a espectador elementos aparentemente reales de un mundo ficticio que sólo existe en la representación fotográfica del mismo. Por añadidura procura exponer su obra en ámbitos donde se supone que lo no veraz no está contemplado, como un museo por ejemplo, y rodeado de elementos asumidos por el espectador como parte integrante de su trabajo. Todo ello puede generar cierta polémica en espectadores incautos o podríamos decir demasiado crédulos.

 

 

F.G. –  Las posibilidades fotográficas actuales que ofrecen las nuevas tecnologías son inmensas pero siempre que hablamos de “fotografía artística”. Hay campos de la fotografía que no admiten más de lo que conseguimos a través de un objetivo de una Leica cómo la de Sebastião Salgado y quizá es dónde encontramos la mayor autenticidad, la del artista único y puro. ¿Cómo definirías arte en fotografía?.

L.C. – Si creemos que las fotos obtenidas como dices son más “auténticas” o “puras” estamos cayendo en el mismo nivel de credulidad del que hablábamos antes. Si creemos que hacer fotos con una Leica, con un determinado equipo humano que se encarga de la producción sobre el terreno, buscando un determinado encuadre, o con una determinada focal en nuestro objetivo, no es manipular, es que no hemos aprendido nada en estos 175 años de historia de la fotografía. Y, ¡ojo!, que el trabajo de Salgado me parece esplendido, pero de ahí a decir que es más auténtico, objetivo, puro, honesto o artístico que otro tipo de utilización del medio fotográfico no estoy en absoluto de acuerdo.

Yo no definiría arte en fotografía, sólo definiría Arte. Luego el empleo de una cámara, un tórculo, un pincel o un ordenador es lo de menos. El problema es asociar una determinada actividad a un instrumento. El problema de la cámara es que se puede emplear en muchas otras actividades no necesariamente artísticas, igual que el ordenador, igual que la brocha.

 

 

F.G. – ¿Qué fue de “Universo Fotográfico”?

L.C. – Fue un proyecto de llevar acabo una revista digital sobre fotografía (ensayos, porfolios y opinión) dentro de la universidad y que tuvimos que abandonar, después de cinco números, por falta de equipo humano y sobre todo de tiempo. Fuimos los primeros en sacar una revista digital dentro de la UCM de carácter científico ya que disponíamos de consejo editorial que revisaba los artículos y en doble formato html y pdf (algo muy frecuente en la actualidad)

 

 

F.G. – ¿Dónde podremos ver tu trabajo en breve? ¿Te veremos pronto por el archipiélago balear?

L.C. –Pues por el momento en mi web (http://www.luiscastelo.com/) y físicamente tengo el proyecto de presentar mi trabajo en el museo de Ciencias Naturales de Madrid pero esto será a medio plazo. Y lo del archipiélago balear pues sería estupendo pero no tengo por el momento ninguna oferta expositiva por allí.

 

 

F.G. – Gracias Luis por este encuentro.

L.C. –Gracias a vosotros por brindarme esta oportunidad de exponer y aclarar algunas ideas sobre mi obra.

 

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