Nos ha cagado en la cabeza
Por Antoni Socías
Robert Buergel.
Nacido en Berlín en 1962.
Director de la próxima Documenta de Kassel, la número 12, a celebrar en esa ciudad entre el 12 de junio y el 23 de septiembre de 2007.
Este alemán de aspecto apacible, planteamientos recurrentes y discurso retórico, apareció en diciembre pasado por España con la definida intención de cagarnos -a todos- en la cabeza. Y vaya si lo consiguió: transcurrido mes y medio desde sus frívolas declaraciones, apenas unos pocos en el mundo del arte han abierto el pico para decir esta cabeza es mía o... no estoy dispuesto a que la mierda de un iluminado me recorra el cuello y se me deslice hasta los hombros o... a este ejemplar habría que taparle la boca con el calcetín de un soldado raso a la vuelta de unas maniobras. Porque ese tipo no ha evacuado sólo en la cabeza de artistas, como yo mismo, sino en la de aquellos otros profesionales de este país, como galeristas, críticos, directores y trabajadores de publicaciones, instituciones o museos que se dejan la piel en la aventura del arte. De los que se dejan la piel de verdad y no sólo actúan de forma premeditada, para situarse en posiciones estratégicas de privilegio.
Entre las perlas que soltó este educado busto parlante, para humillarme –que cada uno opine por si mismo-, quisiera destacar una en particular, que le delata como carne de modernidad contractual y derivación lógica de la vorágine de banalidad que recorre una gran parte del arte de nuestros días: “los artistas tienen celos de Ferrán Adrià. Hoy día no hay nadie en España, de esa generación, que se pueda comparar con su nivel de inteligencia formal”.
Gracias a Dios que se quedó anclado en lo de “formal”, lo que nos ayuda a retratarle con comodidad. No pasó a mayores, está claro, a hablar de temas realmente serios, temas inquietantes, perturbadores, porque su discurso es más y más de lo mismo: tintes de modernidad elitista para una jerga que da asco de tanto oírla en boca de los peritos.
“Los artistas deberían boicotear las bienales” / Diario El País / suplemento cultural Babelia / entrevista de Fietta Jarque a Robert Buergel / sábado, 16 de diciembre de 2006.
“Los artistas deberían boicotear las bienales”: otra afirmación que también tiene tela, viniendo del inoportuno y aleatorio Buergel. En este punto concreto, con la frase abierta como un libro, me atrevería a preguntarle: ¿y algunas de las quinquenales de planteamiento fortuito y circunstancial, como su Kassel, fruto de las pájaras y del lucimiento personal ante las mentes sencillas y/o dependientes, que se dejan influenciar ayer por el color naranja, hoy por el codificado vídeo desilusionante, mañana por las evaluaciones eclécticas sobre el cambio climático y el fin del mundo anunciado, también deberíamos boicotearlas?
A ustedes: ¿Levantamos todos de repente la voz, para dejar a Buergel en entredicho, como se merece, o continuamos tragando jarabe de muermo y malviviendo en la miseria del pequeño arte español de ferias y congresos? ¿Es necesario, por otra parte, zamparse más documentas al estilo postmoderno con la que está cayendo en el mundo de carne y hueso? Y una última pregunta, ahora que me ha dado por preguntar: ¿son las documentas foros de discusión eficaz o sólo escaparates y acciones de marketing de la nueva industria turística del arte?
Si la memoria no me falla, no es la primera vez que el joven teórico Robert nos visita, para aprovecharse de nosotros y dejar bien patente su condición de vientre. Recordarán que estuvo en Barcelona a finales de 2004, para organizar su particular experimento participativo/expositivo ¿Cómo queremos ser gobernados?; acontecimiento que, a la postre, le serviría de barómetro para la futura organización y planteamiento de su gran quimera del próximo verano. En aquella toma de contacto, en la que pretendió casar el arte de los museos con los barrios periféricos, organizó recorridos “formales” y muestras artísticas al más puro estilo de las quinquenales, se le detectaron varias fallas profesionales y algunos devaneos dignos de mención. Lo traía de casa todo muy bien calcualdo, a la alemana, sólo que, en lugar de informarse y trabajar a fondo sobre la tierra experimental que le estaba dando soporte y cobijo, sobre cómo se las habían gastado los catalanes y los españoles en el pasado y de cómo se las gastan hoy, el figurín se dedico a ir de tapas. Y claro está, inducido por sabuesos que huelen la notoriedad a la legua, para participar de las migajas del éxito temporal de vanidosos y lechuguinos como él, pasó antes a descubrir la espuma de tortilla española al nitrógeno de Girona, antes que la tortilla de patatas como Dios manda. Y así, entre copa y trago de vino –vino tradicional, no espuma o mousse de vino-, de picoteo por ahí y de chapurra, zampando alegorías y costumbres de la contemporaneidad, dio al fin con su propio discurso deconstructivo, que incluiría dos años mas tarde el despacharse tan a gusto con nuestro coeficiente intelectual.
Que quede claro que nada tengo contra Ferrán Adríà y mucho menos contra su trabajo. Al contrario, para mí Ferrán Adrià suma en el Arte y eso es siempre importante. Pero no sólo suma él y unos pocos como él, aquellos que tienen la suerte o la desgracia de estar en la cima ahora. Mi reflexión escrita pretende aclarar que, en contra de lo que opinan superficialmente individuos desinformados y petulantes como Buergel, existe en nuestro país todo un potencial de energías sin explorar.
Para más información
- Teoría del Desierto en http://www.antonisocias.es
- Jugando a organizar exposiciones/Vivianne Loría/Revista LAPIZ nº 229, enero 2007
- http://ananaesana.blogspot.com
- ¿Com volem ser gobernats? en http://www.macba.es