DIÁLOGOS CON MATISSE. MANOLO BELZUNCE. GALERÍA BAMBARA. CARTAGENA. ESPAÑA
Retornar a Manolo Belzunce es sentirse envuelto por la fascinación de lo apacible e intrigante. Pienso en aquellos niños que cada noche le piden a su madre la música de
un cuento para dormirse: oscilan entre la levedad del susurro y la fascinación de lo sugerente; oscilan entre la cadencia de la repetición y la sugestión imaginativa siempre nueva. Retornar a Manolo Belzunce es sumergirnos entre el susurro y la sugerencia.
Lo inmediato es realizar una amplia divagación sobre el collage. Técnica que Belzunce utiliza siempre. Podemos hacer una mini historia de esta técnica o medio expresivo a través de sus obras. Ahí podríamos ya desarrollar una novela corta, a la manera de Máximo Gorki, a la manera de Edgar Allan Poe: con un peso notable de realidad, con una dosis considerable de intriga. Desde la compra de una revista vieja o el hallazgo de una tela vieja, a su tiempo de espera en el estudio, a sus numerosas contemplaciones por parte del artista hasta su incorporación al lienzo. Se podría, se debería escribir esta narración, donde aflorarían sensaciones, sugestiones, dudas y arrebatos, pasiones ocultas.
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Manolo Belzunce utiliza siempre el collage. Siempre: porque él lo utiliza bajo dos vertientes, la de incorporar algún elemento físico a la composición y la de incorporar algún elemento estético a su obra. No sólo recicla telas y papeles, sino imágenes. A mi, es este tipo último de collage el que me interesa mayormente. Nos hallamos ante un ejemplo, tal vez el más intenso, de síntesis y recapitulación de la historia del arte: Podemos recordar aquellos frisos con hombres y bisontes que nos acercaban a la prehistoria; tenemos presente la larga serie y las variaciones sobre Superman; no olvidamos la serie de faunos, minotauros y sátiros de las mitologías clásicas; ni olvidamos la presencia del arte negro y del arte oriental en sus obras. Pero en la etapa actual se intensifica la presencia de la iconografía que ha consolidado la trayectoria de las vanguardias en el siglo XX.
Ahora, en su última obra, esta recapitulación o. si queremos llamarlo de otra forma, este acercarse a nuestra historia de las Imágenes ya asimiladas se intensifica. Desde Picasso a Léger, desde Matisse a Giacometti, todo un mundo de imágenes revive incorporado a su obra.
Mucho se ha hablado de los viaies -del viaje- en la vida y en la obra de Belzunce, de los viajes que le llevan a otros paisajes y culturas. Pero poco se ha hablado del viaje a través de las imágenes, con las que recorre Belzunce los amplios campos de nuestra cultura, los amplios paisajes de nuestro legado cultural. En otra ocasión, refiriéndome a este aspecto de su obra, decía que el viaje es una rebelión frente al destino y a la contingencia de nuestros actos y que por ello Belzunce buscaba una salida viajando con la retina de Picasso, de Matisse, de tantos otros, para encontrar nuevas sensaciones. Que intensificaba su búsqueda a través de los ojos de los demás. En consecuencia, existe otro tipo de collage, eI que este artista utiliza reiteradamente: el collage-imagen, contrapuesto al collage-material.
A decir verdad, nunca me han entusiasmado las obras-series que son variaciones sobre modelos más o menos conocidos, e incluso clásicos. Obras- series de las que tanto han abusado nuestros artistas contemporáneos. No me apasiona la serie de las Meninas de Picasso, no me apasionan las Meninas de Valdés, no me apasiona el perro solitario de Saura. Estas reutilizaciones incluso me parecen conceptualmente castrantes, aunque estéticamente sean interesantes. Pero el uso de la imagen que hace Belzunce no corre por estos senderos; la suya no es una reutilización sino una reinvención. La composición de Belzunce no se basa en la composición de la imagen que utiliza, sino que la incorpora y diluye en su propia composición. De ahí que la incorporación de las imágenes conocidas a su obra, me parezca a mí como un collage: de imágenes, no de objetos.
De Manolo Belzunce aquello que más me sugestiona es esta aparente arritmia que nos conduce a una obra que no sigue la pauta de ningún lenguaje concreto; una obra que parece maniobrar según las aguas de cada marea. Y en realidad, así es.
Belzunce va y viene por la historia de las técnicas según precisa en cada obra: del collage pasa al grueso matérico, del color y de la mancha pasa a la línea y al dibujo, de lo insinuado va a lo minuciosamente descrito. Pero no importan las técnicas. En este artista se impone, por encima de todo, el vitalismo existencial que le conduce de una a otra parte como la vida y sus altibajos nos conduce a todos. De Manolo Belzunce aquello que más me sugestiona es este no saber nunca que va a surgir en su obra y, a la vez, tener la certeza de hallar siempre un hálito de humanidad.
Cuánta sugestión se encierra en el ir y venir de los mitos a los ritos, de la experiencia mística a la religión, del sexo al razonamiento cultural, de la vaguedad al concepto filosófico. Un día hablaremos del sexo en Belzunce, desde la antropología a la experiencia personal, desde el insinuante erotismo hasta la evidencia vivencial. Un día hablaremos de la mitología en Belzunce, que abarca desde los dioses griegos hasta nuestros insistentes iconos mediáticos. Un día hablaremos de cuanto la obra de Belzunce lleva implícito de ansiedad y de vacío, de búsqueda desesperada de una ética que nos fije y bascule al norte.
En realidad, Arnau Puig matizaba así el hacer de este imparable artista: "Manolo Belzunce lucha contra la nube, la desgaja, la desmenuza, la expande porque busca aquello a que agarrarse con los cinco sentidos y que la nube le hace inasible por impalpable. Su obra consiste, en primer lugar, en ir despejando nubes para que permitan aparecer el suspiro de los deseos". O sea, que no sé exactamente si a Manolo Belzunce le podemos llamar pintor. Es un idealista que sueña y vive, que del cielo baja a la tierra, que siempre se acoge en los recovecos del alma. Y estar a su lado, estar en contacto con su obra, es tener una vía libre de comunicación con el ensueño.
MANOLO BELZUNCE (Lorca, 1944)
EXPOSICIONES INDIVIDUALES - (SELECCION):
1968. Sala Asociación de la Prensa (Murcia)
1969. Caja de Ahorros de Alicante y Murcia.
1970. Galería Enrique Wiot. Las Palmas de Gran Canaria.
1971. Salón de Pintura. Gal. Berkcmans Bruselas. Belgica
1973. Galería Zurbarán. Cartagena.
1974. Galería Chys - Murcia
1975. Gal. Bastion St. André – Antibes. Francia.
1995. Gal. Dedato. Ámsterdam.
1999. Dibujos. Gal. Bambara. Cartagena.
2000. El jardín de los suplicios. Palacio Almudí. Murcia
2001. El deseo de las imágenes, Gal. La Aurora. Murcia.
La serpiente de un solo ojo. Gal. Bambara. Cartagena.
2002. Le marchand dans l´atelier. Casa Díaz Cassou. Murcia
2003. Les fleurs du mal. Gal. Dedato. Ámsterdam.
2004. Sala Vicente Noguera. Torre-Pacheco (Murcia).
2005. ARCO. Ediciones de Bibliofilia. Murcia
Variaciones sobre un tema de Manet. Gal. Bambara. Cartagena.
2006. Manet. Gal. Margarita Albarran. Sevilla.
2007. Pinturas y collages. Gal. Dalmau. Barcelona.
El desnudo en el estudio. Gal. Bambara. Cartagena.
2008. Cerámicas taurinas. Palacio Almudí. Murcia.
Obras de Mozambique. Gal. La Aurora. Murcia.
2009. Marracuene. Gal. Espiral. Meruelo.
2010. Dibujos. Gorda. Holanda
El Jardín de los suplicios. Gal. Dedato. Ámsterdam.
2011. Carnet de viaje. Museo de Sant Cugat. Barcelona.
DIÁLOGOS CON MATISSE - MANOLO BELZUNCE – PINTURAS
(Del 16 de enero al 2 de marzo de 2013)
Inauguración: miércoles, 16, a las 20 h,
Director: Luis Artés
Ayudante de dirección: Miguel Lucignoli
Texto: Francesc Miralles
Fotografías: Joaquín Clares
GALERIA BAMBARA
Aire, 8. 30202 Cartagena- España •Tfnos.: 968 507 276 y 649 033 787
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Horario: De martes a viernes: de 18 a 20:30h / viernes y sábados: de 11 a 13:30h.
(Para otro horario llamar por teléfono)
www.galeriabambara.es