Retrospectiva. Andrea Zurek. Museo Juan Cabré. Calaceite. Teruel
Andrea Zurek: de la A a la Z. Arte amplificado.
Conocí a Andrea Zurek en febrero de 2003 a través de su exposición, titulada Mar y Cielo, en el patio de la biblioteca popular Santiago Rusiñol de Sitges. En ella
mostraba sus obras recientes: paisajes coloristas de corte romántico.
Durante aquellos días se produjo el ataque de las tropas de los EE.UU. y la invasión de Irak. Este acontecimiento bélico modificó substancialmente la exposición de Andrea que mostró su desacuerdo y rebeldía ampliando su exposición con imágenes paradigmáticas fotocopiadas formando collages que denunciaban la barbarie de la guerra.
La reivindicación de Andrea Zurek contagió a diversos artistas residentes en Sitges y Barcelona (Carol Gharghur, Fernando Krahn y su hijo Santiago, Humberto Tran, Pere Ros) los cuales participaron activamente aportando sus propias creaciones. Andrea enriqueció día a día con artículos y fotos de los periódicos aquella muestra respondiendo al movimiento cívico NO A LA GUERRA que se fue organizando poco a poco.
Rescató los versos de Bertold Brecht: “Cuando los de arriba hablan de paz, el pueblo sabe que hay guerra”, los versos del poeta catalán Miquel Martí Pol y los de otros escritores, así como reproducciones de las imágenes del Guernika de Picasso, copias de grabados de los desastres de la guerra de Goya, copias de los dibujos en los campos de batalla de Max Beckmann, xilografías de Käthe Kollwitz, que fueron componiendo el espacio de reivindicación en el patio de la biblioteca convertido así en un foro que denunciaba el estado de sitio y la inoperancia de los gobiernos que asistían a la destrucción de Bagdad. El ámbito de la biblioteca ejercía la atracción de jóvenes alumnos que visitaron la exposición junto a profesores demostrando su protesta escribiendo y dibujando en este improvisado foro por la paz.
Andrea Zurek plasmó así su inconformismo y el compromiso a favor de las causas justas. Apareció ante mí una artista que más allá de la estética luchaba y se movía por razones éticas.
La concepción ampliada del arte es una idea que propugnó Joseph Beuys concienciación ante el estado de la paz mundial y participación del público que se siente involucrado ante la reclamación de los artistas. Andrea Zurek ejerció de catalizador en ese momento preciso y en una sociedad, la sitgetana, abierta al diálogo. La necesidad imperiosa de comunicar, denunciar injusticias y agitar consciencias fue enarbolada por Andrea Zurek de forma visceral.
Más tarde fui conociendo a Andrea Zurek más a fondo, nacida en la ciudad alemana de Düsseldorf en 1951 y que desde el año 1994 vive y trabaja en Sitges (Barcelona) y en Torre del Compte (Teruel). También conocí a su esposo el artista suizo Marc Egger y supe de sus obras con pintura fosforescente.
Alumna en la clase de Joseph Beuys.
Andrea Zurek estudió en la Universidad de Düsseldorf interesándose por los campos de la filosofía y por la germanística: filología e historia de la literatura. En el año 1970 realizó estudios en Bellas Artes al lado del entonces profesor Joseph Beuys (Krefeld 1921 – Düsseldorf 1986), uno de los artistas que más han influido en el arte europeo de la segunda mitad del siglo XX por su filosofía y por la utilización de materiales como fieltro y grasa en sus instalaciones y acciones de arte. Andrea Zurek fue discípula directa de Joseph Beuys, participó en sus performances y en acciones de arte ampliado (Erweiterter Kunstbegriff) adoptando la visión del arte como actividad imbricada en el cuerpo social. Como alumna fue testigo y protagonista del desarrollo sucesivo de las ideas que se fraguaban en torno al arte de aquel convulso periodo.
La máxima “Todo ser humano es un artista” y “cada acción una obra de arte”, lanzada por Beuys ha sido muchas veces mal entendida o comprendida a medias. El verdadero significado radica en las capacidades creativas de cada uno de los seres humanos, en la responsabilidad para desarrollar las potencias positivas que la humanidad encierra. De ahí surgirá el concepto de arte ampliado y la formula arte igual a vida y viceversa.
El aprendizaje con Joseph Beuys ha sido uno de los detonantes en la creatividad y en el compromiso social de Andrea Zurek pero no el único. Consecuentemente su trabajo ha sido orientado hacia la enseñanza y la pedagogía en los departamentos de importantes instituciones museísticas como por ejemplo el museo Sprengel de Hannover entre otros. Una de las características del currículum de Andrea Zurek es su continua labor de formación y su vivo interés por las facetas de la función del arte. En concreto en el ámbito del arte como terapia dentro de la disciplina psicoanalítica. Ha estudiado cuatro años y luego se aplicó como terapeuta en la especialidad de clínica psiquiátrica especializándose en enfermos psíquicos con esquizofrenia y depresión.
Ha vivido en distintas ciudades de Alemania, en Grecia, Italia y en Nueva York. Andrea Zurek junto a su marido ha realizado viajes que organizan a su aire. Los templos de la cultura Maya en México, Guatemala, Belice, Honduras le impresiona y tienen una cierta resonancia en su obra plástica. El paisaje y las culturas de Asia: Tailandia, China y Japón serán a veces recogidos en su obra pictórica.
La pintura y la escultura de Andrea Zurek: dos técnicas para un único concepto.
Al abordar el análisis de la pintura y de la escultura de Andrea Zurek podremos establecer unas coordenadas que se repiten a lo largo de sus diversas etapas o períodos en que se puede dividir su trabajo creativo. Los elementos visuales y compositivos que aparecen en sus cuadros, como son el barco y la casa, van apareciendo con frecuencia en un simbolismo que abraza dos conceptos limítrofes: por un lado la casa como arquetipo de aquello estable y seguro que nos ofrece protección y abrigo, y por otro el barco o nave que nos sugiere el avance y el progreso en una especie de movimiento constante que nos transporta a nuevos horizontes. Seguridad y aventura. Quietud y movimiento.
La iconografía da paso a una interpretación mítica y legendaria donde el barco o nave puede ser leída como aquella de la laguna Estigia, gobernada por Caronte, que transportaba las almas de los muertos de un lado a otro del río que cruza el mundo subterráneo.
Andrea Zurek en su obra refleja el pensamiento y las ideas a través de imágenes como la del barco, con su carga iconográfica y simbólica que diversas culturas han utilizado: la bíblica Arca de Noé como paradigma de supervivencia y rescate, las naves funerarias del antiguo Egipto símbolo del transito entre vida y muerte.
Por otro lado la casa se puede asimilar por su forma triangular al perfil de la montaña, la interpretación de la cual nos ofrece un aspecto meditativo, la elevación espiritual y el contacto con la esfera celeste. La montaña como lugar sagrado ocupa un importante lugar en las grandes culturas orientales y también Occidente ha reconocido este valor.
Estas dos imágenes, casa y barco, componen un dualismo complementario, una especie de totalidad que engloba lo masculino y lo femenino. Las formas de receptáculo del barco, media luna abierta a aceptar y comprender, se contrapone, y a la vez se complementa, con la forma cerrada de la casa, tejado, pináculo, pirámide solar.
Hallamos pues una ambivalencia constructiva: el mundo subterráneo donde habitan las pasiones humanas y el mundo superficial con su vocación idealista. Ambas son caras de una misma moneda, dos aspectos de una única realidad. Un dualismo que podemos relacionar con conceptos como materia y espíritu, consciente y subconsciente, forma y contenido, vacío y plenitud. En el lenguaje geométrico podemos extrapolarlo a través del cuadrado y el círculo. Cuadrado como límite, cerrado, cercado, delimitado, firme; y círculo como espacio inconmensurable, infinito, móvil. La fusión de ambas figuras geométricas nos da la globalidad del mundo, la cuadratura del círculo como compendio de dos fuerzas antagónicas: movimiento y estabilidad. También, y siguiendo esta pauta simbólica, la línea vertical se identifica con la acción mientras que la horizontal se relaciona con la pasividad, la tranquilidad; la unión de ambas direcciones nos ofrece el resultado de la cruz, símbolo mágico y religioso. Lugar preciso, cruce donde pasado y futuro devienen presente.
Joseph Beuys en sus acciones y performances recupera este simbolismo ancestral y aplica estas nociones de límite, cuatro puntos cardinales, cruz y creación de un espacio cósmico donde se desarrolla la vida. El ancla aparece aquí como compendio de barco y cruz simbolizando la estabilidad, la fuerza y en el imaginario cristiano la esperanza.
Esta dualidad: casa-nave, montaña-valle, hombre-mujer, derecha-izquierda, positivo- negativo, no es un valor absoluto en sí mismo. La interpretación que efectuemos puede afectar aspectos distintos según el carácter o según tengamos en cuenta diferentes componentes. Podemos discernir que estos símbolos son ambivalentes, pueden ser leídos en direcciones opuestas: la casa puede convertirse en prisión y símbolo de esclavitud y el barco o cuna, fuente de esperanza, puede devenir agujero, pozo de desesperación y angustia.
En las piezas de Andrea Zurek lo que interesa y ella busca es el valor positivo, la protección que ofrece la cueva en la montaña, la idea que invite a elevar la mente. La casa y también el barco son tomadas como vehículo o cuerpo metafórico. La relatividad debe conducir nuestro pensamiento, la empatía debe prevalecer por encima de la rigidez de los valores absolutos que llevados al extremo crean monstruos.
Periodos en la obra de Zurek.
Andrea Zurek a través de sus pinturas y también de sus esculturas, realizadas en técnicas cerámicas, nos habla en distintos ciclos o períodos que titula con encabezamientos esclarecedores, en concreto para esta retrospectiva ha escogido cinco ciclos:
Antes del Tiempo, Pinturas Negras, Mar y Cielo, Santa Bárbara, Mundo Blanco.
Antes del tiempo.
En el ciclo Antes del Tiempo, Andrea Zurek hace hablar sus creaciones en torno a un mundo arcaico y, a veces, idílico. Un mundo donde el color azul impera. A través de la geometría propia del cuadro (cuadrado) nos traslada al círculo pasando por el octógono, figura que los arquitectos medievales utilizaron para simbolizar el tránsito. La transformación del cuadrado en círculo se patentiza en los baptisterios construidos sobre una base octogonal. La pila bautismal ofrece esa imagen de transición entre octógono y circulo. El bautizo simboliza la entrada del individuo en la comunidad, la transformación por el agua en creyente, un rito de iniciación que el cristianismo se apropió. Mediante la inmersión en el agua renacemos a una nueva vida. La inmersión en el color y en las formas simbólicas de la pintura y de la escultura nos predispone a una nueva conciencia a una visión del espacio virgen de la tierra donde la humanidad es una parte integrante y promesa de bienestar.
La geometría del triángulo de la montaña y su reflejo en el lago nos hace evidente esta división entre el mundo subterráneo y el espiritual. En el medio aparece un tercer estadio, el presente terrestre.
Se nos muestra la pugna de fuerzas inferiores y superiores. El color verde de la pirámide con el rojo en el centro, colores complementarios, indican actividad y pujanza mientras que el reflejo en azul, la sombra o reflejo de la montaña, nos invita a una reflexión y a interiorizar nuestra perspectiva. En el lenguaje del inconsciente colectivo, según Jung, el mar se asocia al inconsciente y a lo incomprensible.
En el cuadro titulado “Mundo Arcaico” apreciamos ya un paso hacia las Pinturas Negras. La barca representa lo humano mientras que el monte delimita lo natural circundado por un paisaje de blancos y negros que nos anuncian también aquel Mundo Blanco del periodo último.
Pinturas Negras.
En las Pinturas Negras se insinúa la búsqueda de un origen, el negro corresponde aún al principio de la cosmogonía, al origen del origen. La pintura es aquí tratada de un modo más directo, la pincelada es impulsiva pero bajo control, la paleta de color se reduce al mínimo. Estas pinturas negras ya denotan una incipiente contaminación, una amenaza que la humanidad misma plantea por encima de aquel mundo ideal y paradisíaco.
Aparecen otra vez las formas triangulares de techos sobre las casas y las formas de recipientes como barcas o naves. En los diseños de casa – barca se unifican ambos criterios o valores existenciales, vida y muerte, origen y fin, este motivo se ejemplifica en las esculturas de barro cocido ya sea en las casas, ya en las barcas.
Mar y Cielo.
En el ciclo titulado Mar y Cielo podemos atisbar el espíritu romántico reflejado en los fenómenos atmosféricos: la lluvia sobre el mar, el atardecer, la nubosidad, la tormenta; con un paralelismo a los estados de ánimo: soledad, tranquilidad. En estas pinturas hay una transposición del sentimiento romántico tan enraizado en la cultura alemana y que Andrea Zurek conoce muy bien no sólo por el estudio de la literatura sino también por los estudios de historia del arte y de psicología aplicada a la expresión libre como terapia para curar los estados depresivos o simplemente como manera de entender el alma humana, ya sea la propia o la del otro.
El color es protagonista de esta serie en la que mar y cielo se unen en armonía en el horizonte y espectacularidad, el negro prácticamente desaparece de la paleta, sólo en el tema que aborda la soledad y en una interpretación del fondo marino lo encontramos pero como un color más.
La actitud creadora pasa por una observación romántica del paisaje. Meditación frente a la naturaleza que se nos revela como fuente de iluminación, como un camino hacia el conocimiento.
Santa Bárbara.
En la secuencia llamada Santa Bárbara la artista centra su atención en la montaña que recibe este nombre y que se levanta muy cerca de Horta de San Juan, el pueblo del interior de la provincia de Tarragona donde Picasso pasó una larga temporada (1898-1899 y 1909) del que años más tarde dijo “todo lo que sé lo he aprendido en Horta”.
El monte de Santa Bárbara conserva en su regazo el convento de San Salvador, Andrea Zurek retrata el perfil y los volúmenes de esta cresta montañosa y en el centro coloca el convento, como si fuese el corazón, la casa espiritual que da sentido y santidad. Podremos encontrar en este ciclo la fuerza pujante de la naturaleza y también la fuerza de la espiritualidad que desprende el corazón de este monasterio franciscano. Podríamos establecer una correspondencia con aquella otra Montaña Mágica de Thomas Mann, camino de conocimiento y aislamiento del mundo exterior, monte sagrado, monasterio, fuente de agua, manantial sereno.
En otra lectura ésta nos puede recordar la montaña sagrada de los japoneses, el monte Fuji. Este ciclo recuerda los paisajes de Cézanne donde la montaña de la Sainte-Victoire se transformaba en modelo de sus pinturas y estudios.
Mundo Blanco.
En el último de los ciclos titulado Mundo Blanco aparece el misterio de las calimas, de las brumas y nieblas que hacen estallar la luz en mil corpúsculos. El Mar Helado nos recuerda aquella visión del pintor romántico Caspar David Friedrich, su idea de sublime y la visión trágica de los viajes al Norte helado, la metáfora del gran Norte, los naufragios de los aventureros y el riesgo de la aventura humana.
Una barca abandonada en un paisaje de rocas expresionistas parece un mal augurio, una visión de desesperanza pero es también la visión reposada y tranquila, una especie de llegada a puerto. Para Andrea Zurek la niebla y su mundo blanco es también una metáfora del anhelo de tranquilidad, de paz, una retirada del mundo ruidoso y trepidante. Un mundo de belleza silenciosa y misteriosa, un mundo en peligro de desaparición.
También en esta última serie de pinturas se puede apreciar la influencia de la pintura china, aquella perspectiva oriental en la que aparecen árboles sobre rocas rodeadas de nubes y nieblas.
La técnica al servició de la expresión.
El tratamiento técnico de las materias empleadas en la confección de la obra es un medio que nos habla de la necesidad expresiva de la artista, una necesidad imperiosa que nace de las emociones fuertes y no se detiene delante de las dificultades materiales. Las sucesivas capas de pintura dan a entender la persistencia del ser y la insistencia de su voluntad expresiva. Cualquier superficie es válida, cualquier trazo indicativo de la urgencia para mostrar el sentimiento existencial. En las obras de Andrea Zurek hay un deseo comunicativo más allá del mero afán decorativo. La casa contiene una cuna, una media luna receptiva como unos brazos alzados que quieren abrazar la totalidad del universo. En este sentido es significativa la técnica escultórica en la que verbaliza su voluntad a través de sus trabajos en barro cocido.
Esculturas cerámicas. Cóncavo y convexo.
Paralelamente al trabajo pictórico Andrea Zurek ha recreado un mundo de volúmenes escultóricos, la gran mayoría de ellas responden a dos tipologías: una es la de la casa con el tejado a dos aguas y el cuerpo rectangular, triangulo sobre cuadrado. En los barcos se tiende a unas formas abiertas. Otro son las macetas, parecidas a los silos y a las tinajas o jarrones para guardar aceite o trigo. Este trabajo lo hace Andrea Zurek para descansar, para ella es algo como una meditación, un trabajo en silencio, siguiendo el ritmo. Estas dos tipologías responden a la simbología dualista que antes hemos abordado.
En otros trabajos cerámicos y escultóricos aparece la forma de la barca derecha, en pie, compendio de esas dos ideas: contenido y cobertizo, lleno y vacío. Podemos apreciar como en la plástica el motivo barca-casa se convierte en único, conjugando ambos en un solo concepto.
Algunas construcciones toman la forma de figuras que recuerdan reinas coronadas, otras simplemente son amasijos, conglomerados de barro amasado que en conjunto dan la sensación de procesiones en marcha, movimiento de la materia. El barro con su maleabilidad y gracias al volumen permite a la artista expresar en tres dimensiones, un afán que se hacía presente ya en sus primeras pinturas. Las casas de terracota aparecen ahora como pequeños cofres que guardan un tesoro.
Andrea ha trabajado también esculturas con la forma redonda a manera de iglú o panera semiesférica en las que pellizcos de barro son totalmente visibles creando un ritmo de crecimiento orgánico. Cóncavo y convexo reproducen aquí la idea de interior y exterior.
De la A a la Z; del origen al fin.
Para hacer un resumen puedo decir que Andrea Zurek desarrolla su trabajo de la A a la Z como sus iniciales. En un estadio originario nos habla de cosmogonía, de creación de la tierra antes de la tierra y, después de desarrollar toda una serie de caminos, desemboca en la arcilla para crear formas que tiene como base pellizcos orgánicos. Esta metamorfosis nos hace pensar en el símil que Joseph Beuys planteó Arte = Vida. El arte es vida y la vida es arte. El tejido pictórico, el amasado, la línea dibujada o la procesión que dan como resultado este arte, esta vida. Una vida que vivida conscientemente nos hace comprender nuestra pequeñez frente al mundo y a la vez nuestro potencial para cambiarlo. Somos como hormigas que con su trabajo en común transforman la tierra inerte en un campo de cultivo y que transformamos el subsuelo en un enorme hormiguero, laberinto de reservas, que nunca llegaremos a conocer.
Isidro Roset i Juan
Crítico de Arte.
Licenciado en Historia del Arte.
EXPOSICION: "Retrospectiva" de Andrea Zurek, que se inaugura el sábado día 1 de agosto de 2009 a las 20,00 horas en el Museo Juan Cabré (Calaceite, Teruel).
La exposición permanecerá abierta hasta el 6 de septiembre de 2009.